miércoles, 12 de febrero de 2020

SEMBLANZA DEL PAPA FRANCISCO

1. Hoy empezamos un camino Obispo y Pueblo para Evangelizar
        Hablar del Papa Francisco a cristianos no debiera ser una novedad. Son ya 7 los años desde que fue nombrado Papa el 13 de marzo de 2013.Tras la renuncia  del Papa Benedicto XVI , Jorge Mario Bergoglio fue el nuevo elegido,  a la quinta votación,adoptando el nombre de Francisco  en honor del santo de  Asís, figurando como el Papa 266 de la Iglesia católica.
        La elección no resultó del todo inesperada, pues ya en el anterior cónclave obtuvo 40 votos de los 77 requeridos y eso, a pesar de que entre los cardenales electores, había circulado un dossier en contra de él y él mismo, sabedor de que otros trabajaban para que fuera elegido,   les rogó vivamente que no lo hicieran.
        Bergoglio tenía 77 años y vivía no en el palacio episcopal de su diócesis sino en un modesto apartamento, él mismo se cocinaba la comida,  había renunciado  a su limusina, también al chofer particular, utilizaba el transporte público   y ya tenía  reservada ,para cuando se retirarse, una habitación en una residencia para sacerdotes mayores o enfermos.
         No abrigaba, pues, ninguna intención  de que pudiera ser elegido Papa. Pero, lo fue y con  marcadas novedades. El cardenal Claudio Hummes le sugirió que adoptara el nombre de Francisco y le dijo: “No te olvides de los pobres”.
        Otros  le sugirieron llamarse Adriano, Clemente…. Este último, seguramente  en recuerdo o quizás de venganza por haber sido este Papa quien prohibió que los jesuitas fueran elegidos Papas.
        Y ahora Francisco  era el primer Papa Jesuita,  el primer Papa de América Latina, el primer Papa no europeo desde el año 744, renunciaba a los zapatos rojos, a la moceta roja (se acabó el carnaval,  dijo),  a la cruz de oro, a vivir en el Palacio Apostólico Vaticano, y eligió  la residencia de Santa Marta . Y, asomado al balcón de la  gran plaza del Vaticano dijo:
                Hermanos y hermanas, buenas tardes.Sabéis que el deber del cónclave era dar un obispo a Roma.Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo; pero aquí estamos. Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su obispo. Gracias. Y ante todo, quisiera rezar por nuestro obispo emérito, Benedicto XVI. Oremos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja. (Padre nuestro. Ave María. Gloria al Padre). Y ahora, comenzamos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad. Deseo que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el cual me ayudará mi cardenal vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan hermosa. Y ahora quisiera dar la bendición, pero antes, antes, os pido un favor: antes que el obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la bendición para su obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí... Ahora daré la bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. (Bendición). Hermanos y hermanas, os dejo. Muchas gracias por vuestra acogida. Rezad por mí y hasta pronto. Nos veremos pronto. Mañana quisiera ir a rezar a la Virgen, para que proteja a toda Roma. Buenas noches y que descanséis.
2. El Papa Francisco guiado por la misericordia
        No voy a describir ahora la larga estela del  cardenal Bergoglio antes de ser elegido Papa: su vida de familia, de técnico químico, de profesor de literatura y Psicología, de  jesuita y sacerdote ordenado a los 33 años, de Superior provincial de los jesuitas, de presidente de la Conferencia Episopal de Agentina, de cardenal en el 2001, etc.
           Sólamente quiero recalcar algo que él llevaba en su corazón y lo expresaba en su escudo episcopal: Miserando atque Eligendo,  poseido por la misericordia,  el nuevo Papa se compromete a que la Iglesia entera gire en torno a él  y  lo tenga como  camino, modelo y  liberación de la humanidad.
        Hubo quienes , contra la evidencia , mantenían un enconado escepticismo respecto a este Papa, no haría nada nuevo; hubo quienes deseaban que actuase con la yerática majestad de siempre; y otros que creímos que  con él se abría la primavera interrumpida en el posconcilio por los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.  
        Un gran desafío éste que requería conocer bien la historia y discernir en ella lo que había de contradicción con el Evangelio,  de oposición y ruptura con el mundo, de menosprecio de la  dignidad y valores humanos, de apego a un sistema vertical absolutista  que repugnaba en muchos aspectos a la razón humana, a la ciencia, a la libertad, al legítimo progreso.      
        
3. La inesperada renuncia del Papa Benedicto XVI
        Los ojos del mundo estaban puestos en el Papa Francisco.
        Los  últimos  años de Ratzinger como Papa, abrieron un espacio inesperado a lo que se daba por  cerrado. Su mismo gesto de renunciar al ministerio petrino, revelaba el extremo a qué había llegado la situación interior de la Administración Vaticana.
         Se consideraba casi inmutable el permanecer hasta el final en el cargo pontificio. Pero el Papa Benedicto XVI, sabio él y eminente teólogo, no tuvo dudas ni  escrúpulo alguno: la misión, que se le había encomendado y que él había aceptado, era para el bien y servicio de la Iglesia, y no al revés. Y con  humildad y firmeza anunció  retirarse, por no sentirse capaz  física ni espiritualmente  para llevarla a cabo.
         Gran parte de la cristiandad recobraba cierta esperanza y creía que era el momento de proseguir los cambios apuntados por el Vaticano II.La primavera  del concilio fue breve y sobreino   un período invernal, que duro   casi 35 años
        Los perdedores del Vaticano II,  nostálgicos de la Edad Media y del concilio de Trento,  contaron con la palanca de la curia y desactivaron el  dinamismo renovador del Vaticano II.
        Era hora, por tanto, de  acometer el cambio esperado. Con un poder tan concentrado y absoluto, transferido al innecesario y antimoderno colegio cardenalicio y en gran parte al aparato curial, difícilmente se podían  emprender las  muchas reformas pendientes.

4. La soberanía del pueblo de Dios,  lo primero
        La descentralización era un imperativo. La soberanía del pueblo de Dios  es lo primero. En él todos somos iguales, con la misma dignidad.Y de esa dignidad derivan los ministerios o servicios  para el bien  de la comunidad.
        El sacerdocio cristiano, derivado del de Jesús, es común a todos los fieles y está por encima del ministerio presbitera. Este no tiene  más razón que hacer efectivo el buen ejercicio del sacerdocio común. Jesús de Nazaret no dejó ninguna base para erigir un grupo de poder tal  como ha venido funcionando hasta la actualidad.
         En este sentido, sólo si la Iglesia se siente y camina como pueblo de Dios, podía descubrir la reforma esencial: la de ser y aparecer en el mundo  como “iglesia de los pobres”. Ella debe hacer visible que el Dios de Jesús es un Dios de los pobres y de las víctimas y proclamar ante los poderes económicos  que no es compatible  creer en Dios con el culto al dios Dinero. “Es imposible servir a Dios y al dinero”.
         Considero  de obligada necesidad ahondar  en ese mundo que hemos  heredado, para descubrir  sus desfasados presupuestos y hasta una falsa defensa en nombre del Evangelio. Difícil, pero no imposible, pues hemos tenido un posconcilio, con muchos censurados, marginados y hasta martirizados, ciertamente,  pero que han sido fieles  al Evangelio  y  a su conciencia y han hecho posible revertir  el ritmo de la vida eclesial, sin abdicar de su dignidad.
5.Situación en la que nos hallamos

        “Hoy, escribe José Arregi,   vivimos un tiempo espiritual postsecular y postreligioso a la vez…En el continente europeo,sólo quedó el cristianismo. Pero hoy, a su vez, ¿no está quedándose el propio cristianismo solo y aislado, disociado del marco de lo “creíble” y practicable, perdida su credibilidad cultural?
        La razón crítica, la difusión de las ciencias y el principio de la libre decisión personal acarrean inevitablemente la superación de todas las religiones tradicionales, incluido el cristianismo. En esta situación nos hallamos. Ése es el horizonte que se abre ante nosotros”.
        No  podemos entrar de inmediato a analizar la figura del Papa Francisco sin conectarla con la realidad global de la Iglesia y, a ésta  con el pasado que por siglos  la ha ido tejideno y configurando. El Papa  no es un meteorito caido desde el cielo,somos comunitarios e históricos . Y toda comunidad tiene una historia, hecha de un pasado, de un presente yde  un futuro.  Quien quiera explicar su presente sin referencia a su  pasado, no podrá hacerlo ni dispondrá de las elementos necesarios para  comprender la singular religiosidad de su momento presente. 
7.Pasamos de la  sacralización a la secularización 
        Desde  siempre, la historia religiosa  de la humanidad parece avanzar entre  dos  polos: la sacralización y la  secularización. 
        Sacralizar significa  despojar a lo creado de  su verdadera consistencia por motivos religiosos, despojar a las personas de su valores  o bloquear su desarrollo por causas religiosas, poner las instituciones  al servicio de lo religioso.
        Secularizar significa la condición misma de la realidad: cosas, personas, instituciones, que tienen sus objetivos y funcionan según normas propias.
        Ambos polos  puede deformarse , bien  porque lo sagrado se ensalza  con desconocimiento y deterioro de lo secular,  bien porque se ensalza lo secular  con negación o deterioro  de lo sagrado. Y entonces surge el secularismo, que niega lo sagrado y la trascendencia.
        Un planteamiento correcto trata de relacionar ambos polos buscando un equilibrio entre ellos.
8. La secularización al interior de la Iglesia
        Jesús de Nazaret, fiel a la línea  profética del Antiguo Testametno, se manifiesta plenamente secular y así lo enseña a sus discípulos. Esto explica que los cristianos, en los tres primeros siglos, fueran considerados ateos, pues no estaban  dispuestos a admitir que categoría humana o natural alguna pudiera ser Dios. Ni la naturaleza es Dios,  ni lo es el hombre. Tampoco el emperador y por eso se negaban a quemar incienso en su altar.  
        Pero en el siglo IV, con  los emperadores  Contantino y Teodosio  surge la primera Iglesia Imperial Cristiana.  Y acepta características de la antigua y  sacralizante religión pagana, en alianza de gobernadores y obispos  con privilegios y poderes indebidos  y una transferencia de la  pompa de la corte a la liturgia  cristiana.
        Es importante subrayar que el movimiento secularizador  es netamente laico y en su gran mayoría cristiano. Pero, la cultura desacralizada se hizo cada vez más independiente de la Iglesia, precisamente porque la Iglesia oficial reacciona hostilmente contra ella. 
        La culminación filosófica de  de esta nueva cultura se da   con lo que se llama  Ilustración (s.XVIII), cuyas ideas se  proyectan en el orden político por la revolución francesa  y alcanzan un nuevo cambio  de la sociedad con  la industrialización y aparición de la clase proletaria, una gran transformación  de la vida por la técnica y la máquina. 
        Un texto marcadamente  desacralizador es éste de:
NIETZSCHE.-     
                ”Yo os conjuro , hermanos míos,  permaneced fieles a la tierra y no creais a quienes  os hablan de esperanzas sobreterrenales. Son envenenadores, lo sepan o no.  Son despreciadores de la vida,  son moribundos y están , ellos también,  envenenados; la tierra está cansada de ellos: ¡Ojalá desaparezcan! En  otro tiempo el delito  contra Dios era el máximo delito,  pero Dios ha muerto y con El han muerto también esos delicuentes…¡Evitad a todos los incondicionales  de esa especie! Es una pobre  especie enferma, una especie plabeya: contemplan malignamente esta  vida,  tienen mal de ojo  para esta tierra” (Idem, Así habló Zaratustra,  Madrid, 1975, pp. 34 y 391).
        Que tiene eco en estas palabras de: 
J. MOLTMAM.-
        “Si la modernidad ha convertido  al hombre en palabra iconoclasta  contra Dios….es porque al Dios  auténtico se le ha convertido  en palabra iconoclasta contra el hombre” (J.Moltmam, El hombre, Salamanca, 1973, p.145)
        Es difícil imaginar lo que de novedad representó  el concilio Vaticano II y las expectativas de cambio que a todos  nos hizo abrigar. Había una conciencia colectiva  de los graves problemas de la humanidad,  de que muchos de ellos  no encontraban respuesta adecuada en la  en la Iglesia,  de que la Iglesia debía salir de sí misma y establecer un puente de diálogo y colaboración  con la sociedad , de que nuestro momento histórico  era antropológica, científica , sociopolítica y culturalmente  nuevo  y requería una adaptación valiente.
         Por algo, el Papa Pablo VI repetía que el concilio era el nuevo catecismo para todos los católicos.
        Pero, el concilio quedo cómo un libro, cerrado por más de  35 años,  sustrayendo las  respuestas que aportaba a las nuevas situaciones culturales y socio-políticas  de nuestro tiempo. A los siglos de retraso que arrastrábamos,se sumaba ahora este atrincheramiento contra la modernidad: un nuevo período posconciliar que,  desde el vértice más representatitivo de la Iglesia , ignoraba y combatía las reformas del Concilio Vaticano II.
        El alejamiento, la indiferencia y el abandono de la Iglesia fue en  aumento. Hoy es ya innegable  una búsqueda de algo intramundano  absoluto que reemplace al Dios cristiano  y confiera unidad y    consistencia  al funcionamiento de la sociedad y de  la convivencia humana. 
9.La secularización  según  el  concilio Vaticano II
         El nuevo pensar del concilio  se había ido fraguando lentamente  en la conciencia cristiana.  
        E. Schileebeeckx lo rivindicaba de una manera contundente: “El concilio Vaticano II consagró  los nuevos valores modernos  de la democracia, de la tolerancia,  de la libertad. Todas las grandes ideas  de la revolución americana  y francesa, combatidas por generaciones de papas; todos los valores democráticos fueron aceptados por el concilio …Existe ahora la tendencia a   ponerse contra la modernidad, considerada como una especie  de anticristo.El Papa actual parece negar la modernidad  con su proyecto de reevangelizar a Europa. … Para Evangelizafr Europa  es necesario superar la modernidad  y todos los valores modernos y regresar al primer milenio…Yo critico es retorno porque los valores modernos de la libertad  de conciencia, de religión, de tolerancia, no son, desde luego,  los valores del primer milenio” (Soy un teólogo feliz, pgs. 73-74)
        Y elconcilio mismo no dejaba lugar a  dudas:     
                “Vivimos en un momento  en que el espíritu científico  modifica profundamente  el ambiente cultural  y las maneras de pensar . Todo el género humano corre una misma suerte y hemos pasado de una concepción más bien estática  de la realidad a otra  más dinámica y evolutiva  de donde surge un nuevo  conjunto de problemas  que exige nuevos análisis y nuevas síntesis. Asistimos a un cambio  de mentalidad y estructuras  que somete con frecuenciaa a discusión las  ideas recibidas,. Las instituciones y las leyes, las maneras  de pensar y  sentir , heredadas del pasado , no siempre se adaptan  bien al estado actual  de cosas. Surge una perturbación  en el comportamiento  y hasta en las mismas normas reguladoras  de este”  (Cfr. GS  1-7).                                 
         Por eso mismo, suenan como melodía desacostumbrada las palabras del papa Francisco:
                “La teología, en diálogo con otra ciencias y experiencias humanas, tiene gran importancia para pensar cómo hace llegar  la propuesta del Evangelio a la diversidad de contextos culturales y destinatarios. La Iglesia, empeñada en la evangelización, aprecia y alienta el carisma de los teólogos y su esfuerzo  por la investigación teológica, que promueve el diálogo  con el mundo de las culturas y de las ciencias. Convoco a los teólogos a cumplir  este servicio como parte  de la misión salvífica de la Iglesia” (GE 133).
10. Imagen de Iglesia, previa a la eclesiología del Vaticano II
       
Es un hecho singular  la incorporación en el 313 de la Iglesia al Estado por el edicto de Milán del emperador Constantino. Hasta tal punto llega su intromisión  que   es él quien convoca las concilios y se sienta en el sillón del aula conciliar. Los obispos  se sienten pertenecientes a las clases distinguidas del Imperio y aceptan el uso del poder político para facilitar la aceptación de la verdad y la superación del error.
En el año 380, Teodosio declara la religión cristiana como religión oficial del Estado, prohíbe todos los cultos paganos, destruye sus templos, confirma el domingo  como día legal para el descanso  y, por suponerla mayoritaria en el Imperio, declara la religión cristiana obligatoria para todos. “El cristianismo, escribe Juan L. Segundo, se oficializa y el poder político impone a la fuerza la verdad ”.
De esta manera el concepto del Dios imperial “Vencedor de los enemigos” y de que “la fe  se impone por obra del poder”  penetra  en la conciencia eclesial.
Desde el siglo IV, comienza a funcionar eso que llamamos  “régimen de cristiandad”, donde la unidad cristiana es a la vez imperativo político e imperativo eclesial.  En estas circunstancias, la jerarquía se transmuta  en grandes señores del  Imperio y grandes señores de la Iglesia. Se produce una especie de “faraonización” del ministerio. Lo  que era servicio se convierte en poder: indumentaria, insignias, títulos, etc.
En esta dirección, y entrado ya el siglo V, se da  la centralización  del ministerio episcopal a través del  obispo de Roma. Comienza la historia del primado de Roma .

11. La reforma del Papa Gregorio VII. El modelo eclesiológico tridentino.
Con Gregorio VII llega, hacia comienzos del siglo XI, el mayor giro respecto a la comprensión y organización de la Iglesia: el poder espiritual de la Iglesia pasa a ser el poder de Occidente.
 El papa comienza a  ser considerado soberano, -“basileus”- de Estados y exige para sí insignias imperiales, incluida la tiara y todo el ceremonial cortesano correspondiente.  Gregorio VII  asegura como nadie la monarquía papal: sobre la “piedra” que es Pedro y su sucesor el papa de Roma,  debía fundamentarse  todo “orden” en el mundo: el eclesiástico y el temporal. En sus Dictatus papae  enuncia sus poderes dentro de la Iglesia y sobre el orden temporal,que resultan dominantes hasta el Vaticano II:

        -La Iglesia es como un Estado, en cuya cumbre está el Papa, y que justifica su hegemonía sobre los demás Estados.
        - El estatuto constituyente de la Iglesia se caracteriza  por la desigualdad, a base de dos géneros de cristianos: los clérigos y los laicos.
         - En ella lo básico es la jerarquía clerical  con sus diversos rangos. La desigualdad se despliega de arriba abajo, en una visión piramidal y estamental: la pirámide tiene un vértice, que es el Papa y de él deriva  el poder de los obispos, la nobleza eclesiástica  y, más abajo, está el bajo clero, los llamados propiamente “sacerdotes”. Por abajo de todo, está el estamento laical: vasallos, siervos de la gleba, gente menuda.
         - Esta estructura eclesiástica sería de derecho divino y, por tanto, inmutable.
         - Esta Iglesia realiza el Reino de Dios desde el “poder eclesiástico”, que desciende piramidalmente hasta los mismos fieles.
        - Para esta Iglesia, el reino de Dios es cosa “del más allá”,  y no un proyecto histórico  con exigencias de transformación para las personas y la sociedad presente.
         - Esta Iglesia olvida la característica fundamental  del reino de Dios que anuncia Jesús: un Reino de los pobres  y para su liberación.

12. La eclesiología del Vaticano II
         En contraste con este tipo de Iglesia,surge el nuevomodelo del Vaticano II.
    -El punto de gravitación en la Iglesia es la comunidad  (pueblo de Dios) y no la jerarquía. Lo primero y más importante en la Iglesia es el Pueblo de Dios. En ella todos los creyentes viven en pie de igualdad. Los sustantivo en la Iglesia es  la comunidad y lo relativo la jerarquía. Una jerarquía sin comunidad es incomprensible.
    -La función de la jerarquía debe ser definida   por  referencia a su fuente: Jesús de Nazaret. El es el siervo sufriente y no el pantocrator, señor de este mundo.  La autoridad en la Iglesia se remite a un crucificado, derrotado por los poderes de este mundo.  “La Iglesia entera, escribe J. Sobrino, se pone en la periferia, en la impotencia de los pobres, a los pies de un crucificado, para desde allí alimentar  una esperanza cristiana y propiciar la necesaria eficacia en su acción”.
            -Desaparece  la Iglesia como “sociedad de desiguales”: “No hay en Cristo y en la Iglesia  ninguna desigualdad” (LG, 32). Ningún ministerio puede ser colocado por encima de esta  dignidad común. La secular dicotomía de clérigos/laicos debe ser reformulada desde la nueva perspectiva de comunidad / ministerios.-
        -“Todos los bautizados son sacerdocio santo” (LG, 10). Esta realidad del sacerdocio común  supera  la idea tradicional de que sólo los clérigos son “sacerdotes”. El Nuevo Testamento habla de este sacerdocio común  y evita llamar sacerdotes a los que hoy denominamos tales. Y es que “En Cristo se ha producido un cambio de sacerdocio” (Hb 7,12). Jesús fue sacerdote “por la fuerza de una vida indestructible” (Hb 7,16), “por haber hecho de su vida una ofrenda” (Hb 7,27) que le llevó a la cruz.  Por su sacerdocio, Jesús “se hace en todo semejante a sus hermanos”.  Lo cual quiere decir que, para ser sacerdote, no se retira al ámbito de lo sagrado, de los ritos, sino que accede a él a través del sufrimiento, de una existencia destrozada  precisamente por haber llevado el amor hasta el extremo. Jesús no deja de ser un laico, aun constituido como “sacerdote”.
          Este original sacerdocio de Jesús es el que hay que proseguir en la historia,  es la base  para entender todo otro sacerdocio dentro de la Iglesia y, por supuesto, el sacerdocio común. 
          El sacerdocio del pueblo pertenece al plano sustantivo; el otro, el presbiteral, es un ministerio y no puede entenderse desligándolo  del común. El sacerdocio común es superior y el presbiteral, como ordenado al común, es inferior.
               
13.El Papa Francisco:la Iglesia, sirvienta de la humanidad, no dominadora.

a) Retomando el espíritu y las pautas del Vaticano II
         Estamos retomando bajo la guía del Papa Francisco el espíritu y las pautas  de un concilio que, bajo dos pontificados (Juan Pablo II y Benedicto XVI) fue desactivado y cancelado.
         A muchos se les planteó un dilema: obedecer o ser fieles a su propia conciencia;  obedecer renunciando a su pensamiento crítico y libre y dejar muerta la renovación o no obedecer  resistiendo a mandatos ilícitos; obedecer   amparando el rechazo de la renovación,   o no obedecer y potenciar  la fuerza liberadora del Evangelio.
        Sobrecoge, a este rspecto, leer el testimonio de algunos teólogos eminentes (Congar, Häring….):   
                 “Hay momentos en la vida en que una persona, para ser fiel a sí misma, tiene que cambiar. Cambié. No de batalla sino de trinchera. Dejo el ministerio presbiteral pero no la Iglesia. Me aparto de la Orden Franciscana, pero no del sueño tierno y fraterno de San Francisco de Asís. Continúo siendo y seré siempre teólogo, de matriz católica y ecuménica, a partir de los pobres, contra su pobreza y en favor de su liberación.
        De antemano digo: salgo para mantener la libertad y para continuar un trabajo que me estaba siendo grandemente impedido. Este trabajo ha significado la razón de mi lucha en los últimos 25 años. No ser fiel a las razones que dan sentido a la vida, significa para alguien, perder la dignidad y diluir la propia identidad. No lo hago. Y pienso que Dios también no lo quiere.
        Recuerdo la frase de José Martí, notable pensador cubano del siglo pasado: "No puede ser que Dios ponga en la cabeza de personas un pensamiento y que un obispo, que no es tanto como Dios, prohíba expresarlo" ( Leonardo Boff). .

14. La actitud de Jesús ante el poder
         Es aquí donde yo quería  llegar:
         1. El poder desnaturaliza e incapacita para una relación de igualdad entre personas.  El usufructuario del poder se considera superior a los demás, porque cree que el poder  le viene de lo alto y le serviría como señal que confirma esa superioridad.
        2.  Dicha desnaturalización  supone olvidar, si no anular, la tendencia íntima del ser humano a reconocerse  uno más dentro de la comunidad humana. El verte a ti mismo en el otro como otro yo, te hace “tratar a todo el mundo como tú deseas que todo el mundo te trate a ti”. Es la regla de oro: “No quieras para los demás lo que no quieras para ti”.
        3. Descuidar este aspecto es ser infiel a sí mismo y embarcarse por un camino de realización que no se hará sin provocar la oposición de los que te rodean y dañar a ellos y a ti mismo.
15. Las perversiones del poder
        Este enfoque de la personalidad desde el poder  delata algunas perversiones.
        La primera , es aquella en la que, tengas el poder que tengas, tratas de afirmarte en contra del otro. Ves al otro como amenaza o contrincante y no como otro yo con el que colaborar y avanzar. Te riges por la ética disyuntiva del tú o yo y no la conjuntiva del tú y yo, nosotros.
        La segundaes la de que la religión, y en este caso la católica, ha hecho alianza con el  poder de la política, por lo común dictatorial o muy poco democrática. Y ese consorcio hace que  haga suyos  talante y procedimientos nada humanos ni evangélicos.
        Esta alianza llegó a romperse en la modernidad gracias  a las conquistas de la racionalidad y de la democracia. La Iglesia, en vez de autoexaminarse y confrontarse con el Evangelio y las exigencias de esa racionalidad y democracia, opta por atrincherarse en su pasado y defender a ultranza su hegemonía impositiva.
        Es precisamente en este círculo cerrado cuando llega y se produce  el Vaticano II, con  planteamientos que apuntan un nuevo modelo de Iglesia y de relación con el mundo: retorno al Evangelio, fidelidad al estilo de Jesús, opción por los pobres, crítica y compromiso frente a las estructuras sociopolíticas despersonalizadoras, injustas o esclavizadoras.
16.Jesús de Nazaret: el ser humano  constituido para servir, no para dominar 
         Jesús tiene y actúa con poder, pero su poder es de amor. Es el poder que Dios le ha dado, un poder que se centra en anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, en el cual todos entran por igual: se acabaron las desigualdades, las injusticias, las grandezas, las dominaciones. Se acabó el binomio amos y siervos.
        En ese Reino no hay más ley que la del amor, raíz y forja de la fraternidad, todos hermanos y si hermanos iguales; y si iguales sin lugar para la injusticia, la opresión o la  discriminación. Los jefes de las naciones dominan y oprimen , no así los seguidores de Jesús que  son servidores y esclavos de todos, pues El, el Señor, no vino a ser servido sino a servir.     
        Poseídos por la soberanía del amor, a los cristianos les resulta connatural la igualdad, la sencillez, la confianza mutua, la gratuidad, la cooperación desinteresada, la misericordia, la humildad, el compromiso por la dignidad y libertad de todos,  la ausencia de cualquier tipo de título, honor, privilegio o monopolio.
17. Las denuncias de Jesús
         Sería iluso pensar que Jesús tuvo como cometido una labor  puramente espiritual, ajena a la sociedad y a la política. Ese Jesús ahistórico no existió. De haber existido, no hubiera vivido como vivió ni hubiera acabado como acabó. Jesús fue un ciudadano normal y pudo ir captando los procesos, intereses, conflictos y grupos de poder que existían dentro de su sociedad .
        Jesús no fue neutral, no pasó indiferente ante nada que afectase al bien del hombre.  Y tomó partido ante el proyecto imperial y religioso entonces vigentes. Y, guiado por su propio proyecto, el Reino de Dios, y sus propias convicciones, habló, desenmascaró, y fustigó los errores  de los sistemas vigentes y de sus dirigentes. No era político, ni aspiraba a gobernar desde una determinada facción. Pero sí que actuó coherentemente y se enfrentó a la prepotencia y mentiras de uno y otro poder  y ambos poderes se confabularon para eliminarle.
        El teólogo Schillebeckx  escribe que  el interés indirecto de Jesús por la política  es un hecho de primera magnitud. El Reino que predicaba, el trato que daba a los oprimidos, la denucnia contra toda suerte de esclavitud y discriminación, su opción y preferencia por los más pobres y excluidos, eran un grito subversivo de cambio y de  transformación social y religiosa.
        Para Jesús, nada hay absoluto sino el Reino de Dios, que lo lleva a vivir en permanente actitud de entrega y  denuncia, de compromiso frente a las realizaciones injustas o perversas de los poderes que dominan. Por ello, fue detenido, juzgado y crucificado.
18. La lucha de Jesús es contra los idólatras, no contra los ateos.
         Ni a Jesús ni a nosotros interesa un planteamiento en el que se trate de probar o negar la existencia de Dios o de demostrar que el ateísmo es preocupante porque va en aumento. Puede haber ateos que, siéndolo, traten a sus semejantes con justicia, con  respeto y  con amor. El Che,  que era ateo,  estaba dispuesto a dar la vida por la justicia y liberación de sus hermanos.
        Por eso, Jesús habla de los idólatras,  de cuantos hacen del poder un dios que les constriñe a maltratar, destruir y matar. Estos dioses existen, aunque no se les llame dios, y hacen de sus seguidores  incondicionales devotos.. Son en sentido estricto idólatras, que adoran a falsos dioses, pero a dioses que el mundo moderno no reconoce como tales por no disputar a la Divinidad su categoría, como si la lucha fuera entre el Dios verdadero o falso de una u otras religiones, y dando como supuesto que frente al Dios verdadero estarían los falsos, que son  ídolos.
        Los  ídolos   que las religiones detestan por referencia al Dios verdadero,son creencias en una realidad misteriosa, supraterrenal, que cada uno es libre de admitir o rechazar, pero que no incide para nada en el curso de las vidas y de la sociedad. Una guerra entre dioses que nuestra racionalidad  moderna  desecha por ilusa e irrelevante para los humanos. Idolos hoy inexistentes y que lo más los recordamos como piezas de museo.
        Jesús contrapone el Dios de la vida a fuerzas y poderes de de este mundo que, absolutizados, actúan   en contra de la vida. El Dios verdadero, que es el Dios de la vida, está en contra de los dioses que combaten la vida. Esos dioses son el dinero, como símbolo de todo poder, utilizado para explotar, oprimir, dominar y matar.  Esas fuerzas absolutizadas, se apoderan del ser humano, quien les rinde culto, como si fueran el centro de su vida. Es entonces cuando Jesús clama: “No podéis servir al Dios y al dinero”. Imposible. Imposible querer adorar a Dios, que es Dios de la vida, de la igualdad, de la justicia, de la libertad, del amor y de la paz, de la razón y del derecho,  y adorar al dios dinero, símbolo de la injusticia, de la dominación, de la opresión, del sufrimiento  y de la muerte. ¡Son incompatibles! Los ateos pueden ser justos, solidarios, honrados, pacíficos. Los idólatras, no.
        Es la idolatría del poder, el que sea, que pervierte y perturba la convivencia. El idólatra no conoce ni ama a Dios porque  aborrece al hermano, cuando el amor a Dios y al prójimo son una misma cosa,  van inseparables.  
19. Volver al Evangelio y reconstruir la Iglesia
         Necesitamos dos cosas:volver al Evangelio y reconstruir la Iglesia.
1ª).El Papa Francisco ha visto, quizás como nadie, que este es el camino. Antes que doctrinas, dogmas y leyes, necesitamos redescubrir la razón de ser la Iglesia. Ella no existe por sí ni para sí, no puede ser entendida en sí misma. En la raíz de ella, está Jesús de Nazaret. Y Jesús de Nazaret fue quien convocó y desencadenó el movimiento de cuantos se comprometieron a seguirle.Seguirle para vivir como El,   para luchar y actuar como El. Y el actuar y pensar de Jesús estuvieron definidos por un proyecto: el Reino de Dios. El predicó ese Reino y por anunciarlo sin transigir con las exigencias de otros reinos, hubo de soportar la persecución y sufrió la crucifixión.
        Y ese proyecto quedó claro y esculpìdo a fuego en sus primeros y posteriores seguidores. Y seguirá  para siempre, aunque muchos lo desfiguren  o se aparten de él.
        Sólo advirtiendo la distancia, el desacuerdo a que hemos llegado con ese proyecto, podemos entonar el arrepentimiento y emprender la reforma. Pero, para eso, necesitamos ponernos de frente al Evangelio, cara a  cara,  y mirarnos  en él como en un espejo. Pero ese cara a cara nos lo impide por muchas partes la nube de incontables abusos, traiciones y desaciertos de la historia. Sólo quien beba en Jesús,  podrá emprender la reforma.
        Lo hizo Francisco de Asís, que quiso volver al Evangelio como regla única, sin glosa. Y el Evangelio ha tenido muchas glosas en la historia. Hoy, la más importante, la que nos afecta más directamente, y acaso la más peligrosa es la del Vaticano.
        2ª). La segunda cosa es que, tras dos milenios de historia, no podemos ignorar la complejidad de esta Institución que se llama Iglesia de Jesús. No somos cuatro ni somos de ayer. Hemos logrado innumerables bienes y avances, hemos evitado la arbitrariedad, la dispersión y el anarquismo, pero hemos quedado  atrapados  en costumbres, fallos, procedimientos y leyes que nos hacen en muchas cosas irrecognoscibles como seguidores de Jesús.  Vivimos en el siglo XXI y, ya en él, se han dado muchos avances y  conquistas, que nosotros hemos ignorado y combatido.
        La escisión con el mundo  moderno nos ha dejado anclados en la Edad Media. Y hemos dejado de penetrar en la cultura y hacer creíble el Evangelio. Hemos tenido miedo a lo nuevo, al protagonismo de la razón y de la ciencia, a los avances sociales y nos hemos rezagado en la historia.
        Y en estos 50 últimos años malogramos el patrimonio y esperanza del  Vaticano II. Un doble pecado: de infidelidad al progreso humano y al espíritu del Evangelio.
        Todo esto hace que consideremos el tiempo actual como un  período nuevo para la Iglesia, de recreación de la  institución que nos alberga, un período instituyente, de  búsqueda, innovación y adaptación.
20.El estilo del  Papa Francisco
        El tiempo de que disponemos  es propicio para acoger y compartir el estilo el Papa Francisco. Hay que renovarse para evangelizar y poder hacerlo  con alegría. Su ejemplo es,en el acontecer de los Papas,  casi inédito. El secreto hay que buscarlo donde nadie imagina : en el poder. En el poder, sí.
        Porque nadie pensaba que el Papa Francisco iba a escapar al severo   control de la burocracia vaticana. Había mostrado gestos  que se salían de lo establecido, pero acabaría –nadie lo dudaba- entrando en el redil de los Papas.
        Bien a la vista, tenía él, el ejemplo de los dos  Papas  Juan[B1] [B2]  Pablo II y Benedicto XVI. Juan Pablo II, aquejado de larga  enfermedad  y Benedicto  por su timidez dieron alas para que la curia se afianzase, al margen de uno y otro,  más en su poder, que  viviera internos enfrentamientos y alimentase ambiciones e instintos mundanos.
         En el caso de Benedicto XVI la cosa fue fulgurante: se sintió tan axfisiado  e incapaz de actuar ante lo que sabía y estaba viviendo, que  decidió quitárselo  de encima anunciando su dimisión. Quitase, claro,  el poder de la curia.
        Pero, Bergoglio venía observando, y sabía mucho de ese drama, el hábito del poder no se quita sino con la muerte. Y ahora le tocaba a él lidiarlo. Fuera de la curia, seguía creciendo  su crédito,pero  dentro crecía el desconcierto. Y la mayor parte seguía soñando que, más allá de los gestos , terminaría entrando en el redil de los Papas.
        Nadie acaba de averiguar por dónde iba a tirar. Bergoglio llegó solo y seguía prácticamente solo. Nadie sabía a ciencia cierta quiénes formaban su equipo  y en quiénes confiaba a ciegas. Y, además, se extrañaban de cómo, sin aparentarlo, se enteraba de todo.
        La explicación parece estar a la vista: Francisco, es llano, habla con todos, despierta empatía, todos van a contarle sus cosas, todos lo quieren.
         Pero, no basta. Se puede ser muy popular…, pero no basta.  Francisco, tiene algo más, algo que los curiales  han ido descubriendo no sé si con asombro o con  temor: Francisco   ejerce un poder, es un lider, está dispuesto a empeñarse a fondo para cambiar la Iglesia. Elegido a los 78 años, él enciende a las 4,30 de la mañana  la luz de su habitación 201 de la residencia de Santa Marta, reza durante más de una  hora, celebra Misa a las 7 y luego desyuna. 
        A los pocos días de su elección,Francisco ante cientos de periodistas dijo: “Cómo me gustaría una Iglesia pobre  y para los pobres”. Bergoglio estaba demostrando que lo dicho  por él no se iba a quedar en una frase bonita.El cambio estaba en march y para ello  posee y  ejerce el mando necesario y no  va a dejar que nadie  mande por él. Está pendiente de todos los detalles. Los discursos los escribe él mismo, le gusta hacerlo, no lee nada que no haya escrito. Sabe que tiene cambiar la Iglesia  y por eso tiene  prisa, tiene que hacerlo ya.   
         Después de lo expuesto, quiero ahora referirme a dos cosas fundamentales, que son como  la palanca de la  reforma que él pretende implantar en La Iglesia: su estilo evangelizador y el principio de misericordia.
Primero:ANUNCIAR EL EVANGELIO
          La misión de todos en la Iglesia es evangelizar, anunciar el Evangelio, lo cual no es posible sin haberse prendado de Jésús de  Nazaret. La adhesión a Jesús –el Resucitado-   abre un nuevo horizonte en nuestra vida y nos colma de alegría. Alegría  que  nadie nos podra arrebatar  y que nace de sabernos infinitamente amados . Es en El, donde nuestro ser alcanza su plenitud.
        Pero, esta alegría ,gratuitamente recibida, es para comunicarla y conseguir que otros la disfruten  descuriendo  la fuente de la misma.
        La tristeza es consecuencia de una opción por una vida  cómoda y avara , que no deja espacio para interesarse por los demás. Poseídos por el espíritu de Jesús, dejamos a un lado el aislamiento y buscamos compartir en comunidad  un mismo bien.
        A un cristiano, no le atemoriza lo que es la causa e todos los miedos: la muerte, por saber y creer que ese miedo ha sido vencido por  la resurrección de Jesús. 
         Evangelizar  es tarea de todos, para desarrollaría entre entre quienes, bautizados, apenas saben o se enteraron del compromiso que contrajeron o entre quienes poco o nada saben de él.
        Es este HOY el principal desafío: Jesús no es conocido, y si no es conocido mal puede ser amado y seguido. Y no lo es, sobre todo, en las perferias de la sociedad.Quien lleva dentro la alegría  del Evangelio, siente que tiene que comunicarla y difundirla. Y difundirla con gestos  de servicio y acompañamiento  en los más necesitados. Y estot requiere una conversión, un abandonar la introversión en que nos hallamos metidos.
         En este sentido, nos dice el Papa Francisco que:
                        -Nadie puede evangelizar si no sale de la rutina de siempre, si presenta el Evangelio como una obligación enojosa,  si no es capaz de entender a los que nos critican y nos alejamos de ellos desconfiados.
                        - Tampo puede evangelizar bien quien  repite los métodos de siempre, sin mostrar la creatividad y audacia requerida en nuestra sociedad. Es hora de ensayar otras formas de presencia, diálogo y participación, yendo a su territorio propio. Hay que dejar, dice el Papa,  que los obispos obren con mayor iniciativa y autonomía, dando ellos respuesta a situaciones  y problemas concretos que les atañen. Yo debo  comenzar[B3]  por dar ejemplo descentralizando el ministerio petrino.    Nadie puede evangelizar:
                        -Si no acierta a distinguir lo ecundario de lo principal, y lo principal es el Evangelio y, dentro de él, el amor y la misericordia. Ahí, resplandece la máxima omnipotencia de Dios.
                        - Es entonces cuando descubrimos que la moral cristiana  no es una moral estoica, un catálogo de pecados y errores, “La moral de la Iglesia, sin el amor, puede convertirse en un castilloo de naipes”. 
                        - “ Evangelizar hoy requiere  conocer, respetar y   aplicar los avances  de las ciencias humanas y bíblco-teológicas.  El lenguaje ,  la doctrina y las circunstancias  de nuestra época  han cambiano y son muy distintas de las del pasado , no podemos seguir dando solución  a situaciones y problemas de hoy con respuestas del pasado. La Iglesia, al actuar de esta manera, se mantiene con las puertas abiertas:  escucha, acoge, acompaña, no niega  los  sacramentos por una razón cualquiera.  La Iglesia es facilitadora de la gracia, no controladora; puerta abierta, no aduana;   su misión es llegar a todos y sobre todo a los pobres que son los destinatarios privilegiados del Evangelio: ”El vínculo entre nuestra fe y los pobres es inseparable”. (Nº46-49).

                 “Prefiero, concluye el Papa,  una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle  antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse  a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro  y que termine clausurada  en una maraña de obsesiones  y procedimientos. Si algo debe inquietarnos  santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con  Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un  horizonte de sentido y de vida.

        Más que el temer a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud  hambrienta y Jesús nos repite: “¡Dadles vosotros de comer!” (Mc 6,37). (Nº 46-49)

Seguno:  El PRINCIPIO MISERICORDIA
         Sería interesante contabilizar las veces que el Papa Francisco utiliza esta palabra y, más aún, los lugares y personas en que habla de ella.Veríamos enseguida que son aquellos en que más aparece la necesidad, la pobreza y el
sufrimiento.  En este caso, es el teólogo J. Sobrino quien, pegado con su corazón a los pobres, describe de maravilla – y estoy seguro que el Papa Francisco bebe de él-  el alcance de este principio en la vida de Jesús y, por consiguiente , en la nuestra.
                Hemos convenido que nuestra vida es un  proceso poseido por el amor, que nos hace caminar en una determinada dirección.  Es la misma que poseyó Jesús.
                Los narradores bíblicos nos cuentan cómo Dios escucha  y ve los  sufrimientos de su pueblo  y decide bajar para liberarlo.Esta acción es la actuación de la misericordia, que se interioriza motivada por el sufrimiento.  Es la que configura el modo de ser de Dios, lo revela tal como es y exige cómo debe ser  la historia, una historia de justicia y, a la vez,  de nuestro modo de obrar con misericordia con los demás.
                Es la misma acción, que configura tod la vida de Jesús, su misión y destino. Y, por consiguiente, la de sus seguidores.
                El samaritano es todo un ejemplo  de lla reacción de la misericordia, propia de un ser humano cabal. Y no la acción viciada del sacerdote y del levita, que ven y pasan de largo,
-muy piadosos ellos- . El samaritano actúa y cura por compasión, exactammente como el padre del hijo pródigo, que lo añora, lo espera y, cuando regres, lo bra y celebra fiesta.
                La forma concreta del amor aquí se llama misericordia. Es lo primero y lo último, ejemplo sumo porque actúa  ovida por la misericordia, no por otras razones. Actitud ésta fundamental ante el sufrimiento para erradicarlo, no hay escapatoria posible.
                La realidad histórica está configurada por la antimisericordia, que hiere y mata a los seres humanos y también a los que la hacen. Jesús antepone la curación a la observancia del sábado. Sus adversarios, no, son duros de corazón y actúa contra él, buscando cómo lo eliminan.
                Cuando la misericordia provoca la reacción ante el sufrimiento, la antimiericordia reacciona contra la misericordia y ejecuta a los que la practican.
                ¡Dichosos los misericordiosos! Es lo más hondo del ser humano y lo que más lo asemeja a Jesús. El quiere que seamos felices, todos, y que lleguemeos a estar juntos  unos con otros, en la mesa compartida. Y necesitamos de ella, hasta que no logremos sentarnos todos  en esa mesa de la fraternidad.
 “Quien ejercita la misericordia, está salvado”, llega a ser el hombre cabal. Todo lo demás es irrelevante y hasta peligroso.
Y entiendo que los malos políticos lo son porque carecen de misericordia. No son corresponsables ante la pobreza y el sufriiento que produce. La supremacía humana la tiene la misercordia.
                El egocentrismo hace imposible la misericordia.El sacerdote y el el levita –y una lista que cada uno puede completar- dan rodeos y no defienden al herido.
                Se aplauden las obras de misericordia,  y a aquellos que ocasionalmente la practican. Pero no a quienes  actúan y viven guiados por la misericordia. El “principio de misericordia” denuncia a los salteadores de las víctimas, estos ocasionales benefactores  encubren la mentira de la opresión, que practican y no animan a las víctimas a liberarse. Los explotadores  no toleran  a quienes quieren y luchan  para que dejen de mentir  y no sigan produciendo víctimas. A nadie meten en la cárcel por hacer obras de misericordia, ni lo lo hubieran hecho con Jesús si no hubiera ido más allá. Pero lo seguirán haciendo con cuantos actúen según el principio de misericordia  y con cuanto pongan al descubierto la mentira: subvierten los valores últimos sobre los que se apoya el sistema.


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