martes, 30 de agosto de 2016

UN PROFETA QUE LLORA


Jesús nunca oculta su cariño hacia tres hermanos que viven en Betania. Seguramente son los que lo acogen en su casa siempre que sube a Jerusalén. Un día Jesús recibe un recado: nuestro hermano Lázaro, “tu amigo”, está enfermo. Al poco tiempo, Jesús se encamina hacia la pequeña aldea.

        Cuando se presenta, Lázaro ha muerto ya. Al verlo llegar, María, la hermana más joven, se echa a llorar. Nadie la puede consolar. Al ver llorar a su amiga y también a los judíos que la acompañan, Jesús no puede contenerse. También él “se echa a llorar” junto a ellos. La gente comenta: “¡Cómo lo quería!“.

        Jesús no  llora solo por la muerte de un amigo muy querido. Se le rompe el alma al sentir la impotencia de todos ante la muerte. Todos llevamos en lo más íntimo de nuestro ser un deseo insaciable de vivir. ¿Por qué hemos de morir? ¿Por qué la vida no es más dichosa, más larga, más segura, más vida?

        El hombre de hoy, como el de todas las épocas, lleva clavada en su corazón la pregunta más inquietante y más difícil de responder: ¿Qué va a ser de todos y cada uno de nosotros? Es inútil tratar de engañarnos. ¿Qué podemos hacer? ¿Rebelarnos? ¿Deprimirnos?

        Sin duda, la reacción más generalizada es olvidarnos y “seguir tirando”. Pero, ¿no está el ser humano llamado a vivir su vida y a vivirse a sí mismo con lucidez y responsabilidad? ¿Solo a nuestro final hemos de acercarnos de forma inconsciente e irresponsable, sin tomar postura alguna?

        Ante el misterio último de nuestro destino no es posible apelar a dogmas científicos ni religiosos. No nos pueden guiar más allá de esta vida. Más honrada parece la postura del escultor Eduardo Chillida al que, en cierta ocasión, le escuché decir: “De la muerte, la razón me dice que es definitiva. De la razón, la razón me dice que es limitada”.

        Los cristianos no sabemos de la otra vida más que los demás. También nosotros nos hemos de acercar con humildad al hecho oscuro de nuestra muerte. Pero lo hacemos con una confianza radical en la Bondad del Misterio de Dios que vislumbramos en Jesús. Ese Jesús al que, sin haberlo visto, amamos y, sin verlo aún, le damos nuestra confianza.

        Esta confianza no puede ser entendida desde fuera. Sólo puede ser vivida por quien ha respondido, con fe sencilla, a las palabras de Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida. ¿Crees tú esto?”. Recientemente, Hans Küng, el teólogo católico más crítico del siglo veinte, cercano ya a su final, ha dicho que para él morirse es “descansar en el misterio de la misericordia de Dios”.
JOSÉ ANTONIO PAGOLA

domingo, 14 de agosto de 2016

La condena y la discriminación no son cristianos Obispos anclados en Trento



                    
                                  Benjamín Forcano
facebook.com/benjamin.forcanocebollada.9

        (Ver hoy 11 de agosto en Religión digital)


        “Con mucha frecuencia los obispos creemos  que tenemos la razón, normalmente creemos que la tenemos siempre, lo que pasa es que no siempre tenemos  la verdad, sobre todo la verdad teológica, de modo que os pido (a los teólogos)  que no nos dejéis en una especie de dogmática ignorancia” (Pedro Casaldáliga, 1995,  en el XVI Congreso de Teología).
        Vienen  a cuento estas palabras a propósito de las consideraciones que dos obispos de Madrid han hecho en contra de la Ley –aprobada en la Asamblea  de Madrid – que desaprueba toda discriminación por razón de la orientación e identidad sexual.
        Resulta ilógico más que preocupante que todavía en los obispos resulte normal este sentirse  poseedores de la verdad. Ilógico si admitimos que estamos en el siglo XXI, transcurridos 50 años después de la celebración del concilio  Vaticano II, que dio un giro de 90 grados en la interpretación del patrimonio doctrinal de La Iglesia , en el modo de situarse en la sociedad y  relacionarse con ella y en el espíritu de tratar y resolver los problemas con  otras instancias socioculturales y políticas.
“La Iglesia, clamaba Juan XXXIII, demostrará que percibe el ritmo del tiempo”. Y Pablo  VI: “El concilio se presenta con el decidido propósito de rejuvenecer las normas que regulan sus estructuras canónicas y sus formas rituales” , “También nosotros –y más que nadie- somos promotores del hombre”. Y el mismo  Concilio: “La experiencia del pasado, el proceso  científico,  los tesoros escondidos de las diversas culturas , permiten conocer más fondo la naturaleza humana, abren nuevos caminos para la verdad y aprovechan a la Iglesia” (GS, 44).
En ese camino hemos avanzado y lo está haciendo ahora con fuerza el Papa Francisco, aunque le toque –y nos toque a todos- calibrar y superar más que lamentar la magnitud involucionista del posconcilio.
Los temas humanos –todos y el de la orientación e identidad sexual es uno de ellos- requieren  un tratamiento humano, como explica  muy bien el  teólogo E. Scchillebeeckx:  “Estoy en contra  de ciertas posiciones éticas  de la Iglesia oficial, que se hacen pasar por  cristianas pero que, de hecho, no lo son. Piénsese en el  exasperado fixismo respecto a la sexualidad y matrimonio… No hay revelación con respecto a la ética; esta es un proceso humano”, “ Y así en lo que respecta a la homosexualidad no existe una ética cristiana. Es un problema humano, que debe ser resuelto de forma humana. No hay normas específicamente  cristianas para juzgar la homosexualidad. Hay homosexuales por naturaleza. ¿Qué se puede decir? No hay aún un “consenso” sobre la materia, pero decir que la discriminación en la vida social está éticamente permitida, esto no; esto va contra el cristianismo. Recurrir a la Biblia para condenar la homosexualidad no es justo. Comprendo que es necesario reflexionar mucho y ser cautos, pero ni la condena ni la discriminación son cristianos. Estas personas  sufren”       ( Soy un  teólogo feliz, pp. 107-110).
La respuesta a lo dicho en este caso, por los obispos de Alcalá de Henares y Getafe, está más que alumbrada. No por ser obispos, dejan de ser humanos ni les asiste el derecho a presentar su visión antropológica como válida universalmente. Pensar racionalmente y actuar libre y responsablemente son rasgos que caracterizan a todo ser humano y lo hacen idóneo para interpretar lo que es la ley natural. Cuál sea el contenido de ésta compete estudiarlo también a los obispos pero  no en exclusiva: “La cultura,  por tener  su origen inmediato en la índole racional y social del hombre, requiere constantemente una  justa libertad para dersarrollarse y una legítima facultad de obrar, según su derecho y sus propios principios. …Exige respeto y goza  de un específica  inviolabilidad” (GS, 59) .
La ley aprobada en la Asamblea de Madrid no        niega la diferencia sexual existente entre varón  y mujer, pero sí que niega que el totum de la sexualidad humana pueda reducirse al binomio varón-mujer, dejando fuera otros espacios y estados de relación intersexual humana.
En este sentido, la pauta de un católico, marcada por el concilio Vaticano II, es la de trabajar en colaboración con las ciencias humanas, en la seguridad de que, según anunciaban al final los padres conciliares en su mensaje a los hombres el pensamiento y la ciencia: “Vuestro camino es el nuestro. No podíamos dejar de encontraros….Nunca quizá, gracias a Dios,  se ha mostrado tan claramente  como hoy la posibilidad  de un    acuerdo profundo entre  la verdadera y la verdadera fe, servidoras ambas de la única verdad”.
Cualquier católico, medianamente informado, sabe que los textos bíblicos y el  valor del magisterio eclesiástico  requieren un  estudio actualizado e histórico, no literal ni fundamentalista, si se los quiere entender a la luz de los avances conseguidos  hasta nuestros días.  No es de extrañar que quien parta de estos presupuestos rechace recurrir a Dios con la oración para que  cambie la orientación homosexual que  él mismo hizo (“Hay homosexuales por naturaleza”).
Resulta, pues , legítimo para un católico pensar de manera distinta a la de éstos obispos y no compartir sus sentencias de que esta ley  supone un ataque  a la libertad religiosa y de conciencia, a los derechos de los padres, etc. Se trata de  ampliar el respeto a esos derechos y no reducirlos exclusivamente al ámbito de las relaciones  heterosexuales.

El Evangelio es simple y claro en sus grandes principios. Los aplicó de manera maravillosa Jesús de Nazaret, sin disponer en el límite a que hoy hemos llegado, un sustrato cultural como el que nosotros contamos. El Evangelio da solución atendiendo a la primario desde el  amor y la misericordia, pero deja a nuestra tarea histórica el buscar y determinar las soluciones humanas más acodes con la ética, la ciencia y la técnica.
Los cristianos nos regimos por el proyecto de Jesús (el reino de Dios), que debe regular nuestra vida  individual y colectiva. Un proyecto que asegure una convivencia basada en la igualdad, la justicia, la fraternidad,  la libertad y la paz. Convivencia humana, individual y colectiva, heterosexual y homosexual,  que responda de verdad al modo natural del ser humano.
Modo que contradice radicalmente  la ideología neoliberal, que intenta reducir el ser humano a un  robot de sumisión y consumo, de egoísmo y avaricia,   de idolatría   del poder y del dinero. Son estas las actitudes y los objetivos que más degradan al hombre y le apartan de una convivencia justa y armónica,  donde todos puedan ejercer sus derechos.

                                            

jueves, 11 de agosto de 2016

¿Aumenta el tono opositor al Papa?

 
 
Se sabe con certeza que después del Sínodo de la familia y la carta de los 13 prelados disidentes, son varios los cardenales de la curia vaticana que manifiestan más que una simple oposición y, veladamente, reconocen que no toleran más los intentos reformistas del Papa Francisco.
muchos pensaron que esta oposición al Papa Bergoglio disminuiría al concluir el Sínodo, pero muy por el contrario, este año se han producido una seguidilla de hechos que dan cuenta de que Cardenales como Angelo Sodano, Tarcisio Bertone, Marc Ouellet, George Pell, Camilo Ruini, Carlo Cafarra, Giovanni Batista Re, Angelo Scola, Elio Sgreccia, Walter Bradmüller y Roberto Sarah, están pasando desde sus posiciones ultraconservadoras de la oposición directa a la silenciosa conspiración anti Bergoglio.
 
En Roma,, este ambiente ocultado por muchos se observa y se calla, pero cada vez es más nítida una sincronizada red de operadores protegidos por estos poderosos cardenales que no titubean en manifestar ante la prensa una "lealtad al Santo padre", pero desde las sombras siembran temor, desconfianza y desobediencia ante ciertas líneas de acción que propone el Papa. Además, les irrita lo que pidió desde la Plaza de san pedro al inicio de su mandato "una iglesia pobre para los pobres".
 
El Cardenal Müller: de la carta y el libro a la descalificación.
 
Lo único que quería el cardenal Müller cuando termino de redactar la polémica carta de los trece Cardenales al final del Sínodo último, es que el Papa Francisco tuviera una reacción de inmediata molestia... Pero ese episodio no ocurrió y la carta, en su momento, más bien tuvo una respuesta de entendimiento y comprensión a lo que los prelados criticaban tan duramente. Recientemente se repite la acción de los "cardenales inquietos". Fue cuando Francisco en su viaje a Armenia, reivindicó con palabras adecuadas y prudentes un necesario dialogo ecuménico, agregando que la Reforma de Lutero fue "una medicina para la Iglesia". Ante esta afirmación papal, Müller lanzó una andanada de fuertes críticas por este reconocimiento histórico y globalizó su famosa sentencia de "protestanización" de la Iglesia, auspiciada desde la más alta esfera del Vaticano, esta afirmación circuló con fuerza y beneplácito en los distintos dicasterios.
 
Como es bien conocida la distancia  y diferencia -no sólo teológica- que hay entre el Cardenal Müller y el papa, ahora sólo reseñamos una de las últimas diferencias entre ambos y conocida por la prensa especializada romana. a tres meses del arribo de Francisco a   la ciudad sueca de Lund para participar de la conmemoración de   los 500 años de la Reforma iniciada por Lutero, en un tono desafiante Müller señaló que "nosotros los católicos no tenemos ningún motivo para festejar el 31 de octubre de 1517, es decir, el comienzo de la Reforma que llevó a la ruptura de la cristiandad occidental2. Es evidente que la forma, la oportunidad y el tono usado por el cardenal alemán produjo perplejidad y no poco desconcierto ante el gobierno de Suecia y en la Federación Luterana Mundial.
 
También el cardenal Müller aprovechó su viaje a Madrid y Oviedo en que presentó su polémico libro "Informe sobre la esperanza" (Ed. BAC) para reafirmar posiciones doctrinales diferentes a las que postula el Papa Francisco en Amoris Laetitia, reafirmando allí que es "una contradicción" estar divorciado y vuelto a casar y querer comulgar y ha insistido que "ningún Papa puede cambiar la doctrina sobre los sacramentos del matrimonio y la eucaristía"
 
Ante estos preocupantes hechos observadores atentos a la nomenclatura vaticana, indican que estas acciones y operaciones de cardenales "opositores al Papa", están llegandoi aun límite inaceptable, no solo porque dañan la necesaria unidad eclesial para la misión, sino porque dan cuenta de que hay activos poderosos intereses que quieren desestabilizar el enorme liderazgo de Francisco, que persiste en sus intentos por hacer algunas determinantes reformas en la pesada y burocrática estructura de la curia vatican que se protege como un solo cuerpo ante estos intereses de cambio, en especial los que tienen relación con el ámbito de las finanzas y el quehacer del poderoso IOR.
 
En esta estrategia desgastadora y cansadora para el sumo pontífice, hoy emerge con fuerza otra voz, la del Cardenal Robert Sarah que llegó desde África el año 2001, llamado entusiastamente por Juan Pablo II. Años más tarde en el 2010, Benedicto XVI le crea cardenal y en el 2014 es Francisco quien lo nombra Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los sacramentos.

Jaime Escobar
Agosto "016



 

miércoles, 10 de agosto de 2016

REFLEXION Y LIBERACION


El Vaticano levantó la sanción
al biblista Ariel Álvarez Valdés
                             





Muchos de nuestros lectores pudieron conocer recientemente  en Madrid,(en conferencias que dio el mes de enero) la dedicación , rigor, solvencia y pedagogía con que expone y divulga los resultados de una actualizada investigación bíblico- teológica, en orden a una fundada y mejor comprensión de numerosos temas, escasa o nulamente explicados.
 
Es mérito que desde la curia vaticana le fue denegado, sufriendo además  medidas de represión e imposición en modo alguno justificables. Por eso, nos alegra la noticia de que, por intervención directa del Papa Francisco,  le haya sido suprimido todo un proceso  injusto, nada acorde con los principios y espíritu del Vaticano II y  del Papa Francisco.
 
Mandatos, arbitrarios,  lesivos de la dignidad y derechos humanos,  pero que se hacen efectivos con gran publicidad, deben airearse también con la misma fuerza cuando se los invalida y sirvan de reconocimiento y encomio para quienes los sufrieron.


conferencias