Amiga y querida Dilma:
Permíteme
que te tutee, aun cuando no te conozca personalmente, en señal del profundo
respeto, admiración y estima que siento por ti. Hay amistades que se forjan de
lejos, en las entrañas de quienes de
verdad nos sentimos humanos. De lejos vengo alimentando esa savia secreta que
se hace mezcla con cuantos en uno u otro lugar de la Tierra, nacen para ser
libres y hacer valer la dignidad y derechos de todo ser humano. Hace años que
entendí la lógica de los poderosos y de los imperios forjados por ellos.
Comprobé
en Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Panamá, Bolivia, Venezuela … la
verdad suscrita por el estadounidense Noam Chomsky : “Cuando en nuestras posesiones se cuestiona la quinta libertad (la libertad
de saquear y explotar) los Estados Unidos suelen recurrir a la subversión, al
terror o a la agresión directa para restaurarla”.
O
la verdad de estas otras palabras del asesinado teólogo Ignacio Ellacuría: “El capital, sobre todo en su dimensión internacional,
pero también nacional, pone a su servicio a los hombres, las clases sociales,
las naciones y no digamos a todo el aparato económico”.
Lo
que aplicado al caso de Brasil, da como
resultado lo escrito por Lula: “Ellos (las clases dirigentes conservadoras)
no consiguen soportar que, en 12 años, un presidente que solamente tiene
diploma de primaria haya puesto más estudiantes en la universidad que ellos en
un siglo. Que ese presidente haya puesto tres veces y media más estudiantes en
escuelas técnicas que ellos en cien años. Que haya llevado energía eléctrica a
15 millones de personas. Que no les haya dejado privatizar el Banco de Brasil,
la Caja Económica Federal y los bancos de los estados Espírito Santo, Santa
Catarina y Piauí. Que en los últimos 12 años han abierto una cuenta corriente
en un banco 70 millones de personas, gente que entró en una agencia bancaria
por primera vez sin que fuera para pagar una factura. Creo que eso explica el
odio y la mentira de esas personas. El pobre viajando en avión comienza a
incomodar; que vaya a la facultad comienza a incomodar; todo lo que es
conquista social incomoda a una élite perversa» (Discurso
en el sindicato de los empleados de banca de ABC el 24 de julio de 2015: Jornal
do Brasil online del 25/07/2015).
Pero,
no es amiga Dilma, que te escriba para explicarte cosas que tú sabes mejor que
yo, y que nuestras gentes –las de abajo, que son mayoría- pongan en duda a
veces o no acierten a entender por el engaño y sumisión manipuladora a que las somete el poder mediático de esa élite
económica y política. No.
Te
escribo porque, después de leer tu
discurso ante los 81 senadores del
Congreso Nacional, me he sentido en la
necesidad de comunicarte, y comunicar a los demás, algo de excepcional
importancia, que me temo pueda pasar desapercibido, por las mil preocupaciones cotidianas, irrelevantes al lado de la magnitud de lo que en ti se ha concentrado.
Son éstas las cosas que me empujan a escribirte: La
talla de tu comportamiento. Las fingidas y disparatadas historias del Senado.
El golpe de Estado con muerte política de la democracia. La callada y
escandalosa complicidad de muchos
Estados ante semejante crimen. Los
idólatras del antidios dinero.Para mi objetivo, y no hacerme largo, voy a
comentar tan solo un par de puntos.
1.La talla de
tu comportamiento.
Es lo que más me ha conmovido, sentirte digna y
entera ante el fragor de profundos y encontrados sentimientos:
la evidente honradez y coherencia de tu conducta; la solapada y cruel
hipocresía de quienes, sin poder tapar las
vergüenzas de su enorme corrupción, se han atrevido a juzgarte inventando mentiras y pretextos; la
desfachatez de pretender airear y
convertir en legal, cuando no en ética, la farsa de su sentencia. Y, el pasmo
de que, semejante atropello, haya sido aplaudido por la bancada de 61
senadores.
Tu
ruta biográfica la conocen todos, como guerrillera otrora; como mujer violentada y marcada por la
tortura; como luchadora que hizo causa
suya la dignidad y liberación de los más pobres, mayoría en Brasil; como política y militante del PT, elegida por 54
millones y medio de brasileños, siendo la primera mujer alzada
a la Presidencia.
Lo has
repetido, sin apuros y sin tener que rebuscar torcidos argumentos. Pudiste
mirarles a la cara, con la cabeza erguida , flagelando sin piedad su astucia,
cobardía y codicia miserables. Ni uno de ellos es capaz de resistir sólo ante
ti, pero les une a todos la misma condición, que les lleva a protegerse
corporativamente, con el uso arbitrario y despótico del poder. Tus palabras son
, en sí mismas, retrato vivo de tu
estilo de vida y el más claro alegato de
tu defensa. ,
Les
dijiste:
.
“Al ejercer la Presidencia,
de la República, respeté fielmente el compromiso que asumí ante la nación y
ante aquellos que me eligieron. Y eso me enorgullece. Entre mis defectos no
están la deslealtad y la cobardía. No traiciono los compromisos que asumo, los
principios que defiendo o a los que luchan a mi lado. En la dictadura resistí.
Pese a recibir el peso de la injusticia
sobre mis hombros, seguí luchando por la democracia. Luché por una sociedad en la que no hubiera miseria ni
excluidos. Luché por Brasil soberano, más igual y en el que hubiera justicia.
No sería ahora, a los casi setenta años de edad,
después de ser madre y abuela, que abdicaría de los principios que siempre me han guiado.
. He sido intransigente en la defensa de la honestidad en la gestión
pública. No esperen de mí el obsequio de los cobardes. Hinquemos el pie en el
terreno que está del lado correcto de la
historia, aunque el suelo tiemble y amenace de nuevo con tragarnos. Lo más
importante es que puedo mirarme a mí misma y ver el rostro de alguien que, pese
a las huellas del tiempo, tiene fuerzas para defender sus ideas y sus derechos.
Vengo para mirar directamente a los ojos
a vuestras excelencias y decir, con la serenidad de los que no tienen nada que
esconder, que no he cometido ningún crimen de responsabilidad. No he cometido
los crímenes de los cuales se me acusa injusta y arbitrariamente.
. En el pasado de América Latina y de Brasil, siempre
que intereses de sectores de la élite económica y política fueron heridos por
las urnas, y no existían razones jurídicas para una destitución legítima, se
tramaron conspiraciones que derivaron en
golpes de Estado. Lo que pretende el gobierno interino, de transmutarse en
efectivo, es un verdadero ataque a las conquistas de los últimos años. Nunca
acepté en mi vida amenazas o chantajes. Si yo hubiera sido cómplice de la improbidad y de lo peor de la política brasileña, como muchos hasta
hoy no tienen el menor pudor de hacerlo,
yo no correría el riesgo de ser
condenada injustamente.
. Todos saben que no
me enriquecí en el ejercicio de cargos públicos, que no desvié dinero público
en provecho propio ni de mis familiares, y que no tengo cuentas o inmuebles en el exterior. Siempre actué con
absoluta probidad en los cargos públicos que ocupe a los largo de mi
vida.
. Este es el segundo juicio al que soy sometida y en
el que la democracia se sienta conmigo
en el banquillo de los acusados. La primera vez, fui condenada por un tribunal
de excepción. Hoy, a pesar de las diferencias, vuelvo a sufrir el
sufrimiento de injusticia y el miedo a
que, una vez más, la democracia esté siendo condenada conmigo. Hoy sólo temo
por la muerte de la democracia. Les pido que
le hagan justicia a una
presidenta honesta, que jamás cometió acto ilegal alguno, en la vida
personal o en las funciones públicas que
ejerció. Voten por la democracia.
2. Idólatras del antidios
dinero.
En Brasil , como en otros Estados, las crisis de
desigualdad e injusticia vienen provocadas por el saqueo de las finanzas
públicas y de los bolsillos de los
ciudadanos por parte de un sector minoritario de la sociedad. En realidad, un
Estado de Derecho no puede existir
mientras no haya democracia económica.
El Papa Francisco lo ha pregonado bien alto: “No queremos este sistema económico globalizado que nos hace tanto daño. Hombres
y mujeres tienen que estar en el centro
(de un sistema económico) como Dios quiere, no el dinero. El mundo se ha
convertido en un idólatra de este dios
llamado dinero. Y esto no es un problema
de Italia y Europa (….) es la consecuencia
de la elección del mundo de un
sistema económico que ocasiona esta tragedia, que tiene en el centro a
un ídolo que se llama dinero” ( En la
ciudad de Cagliari, Italia).
Traigo estas palabras porque no pocos de los senadores,
ciudadanos de un Brasil mayoritariamente católico y que te han dictado
sentencia condenatoria, se llaman o profesan cristianos, cayendo en un dilema
absolutamente contradictorio: “Si un cristiano es capitalista; y si el capital
es el anti-dios; dicho cristiano se encuentra en contradicción práctica” ( E.
Dussel).
No voy ahora a exponer lo que de religión
teista se le ha pegado al cristianismo, con olvido o ignorancia del concepto
auténtico del Dios de Jesús de Nazaret. Son muchas las imágenes idolátricas de
las que hemos de liberar al cristianismo.
Y una de ellas es ésta, que pretende compatibilizar el dios-fetiche del
dinero, encarnado hoy en el capitalismo
neoliberal, con el Dios de Jesús.
Ayer como hoy, está comprobado que la imagen
de Dios que se tenga, influye en la vida individual y colectiva, positiva o
negativamente. Hay muchas y determinadas imágenes que, en lugar de sanar y
liberar, enferman y oprimen.
Y la
novedad de Jesús en este punto es absoluta: la riqueza en sí misma no es mala o
maldita, sino que se convierte en tal cuando deviene abundancia insultante de
unos frente a la inhumana pobreza de otros. Jesús fustiga la riqueza (No se puede servir a Dios y al dinero)
porque riqueza y pobreza son siempre relacionales, no existe la una sin la
otra, ricos y pobres existen
dialécticamente interrelacionados: existen masas empobrecidas, porque existen
minorías empobrecedoras. El nexo es causal entre ambas. La malicia última de la riqueza es que es
relacional, opresora de los pobres.
Jesús
afirma lapidariamente que los que hacen del dinero el centro de su vida, son
los verdaderos idólatras de hoy, y no son cosas del pasado, relegadas a un
museo. El Dios de Jesús es un Dios de vida para todos, no un Dios de muerte
como es el dios capitalista liberal, que fabrica cada vez más desigualdad e
injusticia, más hambre, enfermedad
y desempleo, más abismo entre ricos y pobres.
Los ricos viven de un sistema que les permite a acaparar cada vez
más, un sistema que despoja, roba, somete, discrimina, manipula; un sistema
portador de muerte. Sus seguidores no conocen a Dios por más que lo nombren o
invoquen, porque “quien aborrece al hermano no ama a Dios, es
asesino” (1 Jn 3, 15).
Si, pues, una minoría económica y
política de Brasil resulta detentadora de la riqueza, a la cual
constituye en el centro de su vida, como
becerro de oro, el antidios dinero a quien adora, no puede en modo alguno
reconocer ni creer en el Dios verdadero, cuyo reino es y se construye sobre la
igualdad, la justicia, la fraternidad, la libertad y la paz.
Querida y admirada Dilma: han intentado
crucificarte con los garfios de la maldad, enroscados en políticos
deshumanizados. Por lo que sea, han abdicado de su especie, no entiendo qué
extrañas circunstancias les han desposeído de su natural dignidad y bondad para
unirse como perros rabiosos y
destrozarte hasta hacerte desaparecer.
Les has dado miedo, como bala explosiva de sus indignidades, y han optado por
encerrarse en una esquiva superioridad;
dioses pequeños, sin norte, desvanecidos los principios de su humanidad, no
quedará rastro de su vida, aun cuando se
crean se crean con derecho a aniquilar la de los demás: “Os
matarán, y creerán que hacen un obsequio a Dios”, decía el Nazareno. Nada
menos.
Nos colma y fortalece cuanto has
demostrado y encontramos en ti nítida y bella la identidad humana que no nos es
dado achicar o deslucir apostatando de ella. En
tu comparecencia ante los senadores has dado un ejemplo llano, natural,
irrebatible, de que por encima de la cobardía, la soberbia, la avaricia y el
pecado de lesa humanidad cometido contra ti, está la marca, que ellos habrán de
recuperar, de tu dignidad humana, imagen de
Otra Dignidad de infinita justicia y amor, que a todos nos envuelve y
sustenta. Has sido llama ardiente de
utopía y esperanza, para un caminar con futuro. ¡Bendita seas!
Con
fraterno y entrañable afecto Benjamín Forcano
Discurso
completo de Dilma Roussett, presidenta legítima del
Brasil ante el Senado
La presidenta brasileña Dilma Rousseff, apartada del poder temporalmente desde el 12 de
mayo, estuvo el lunes (29) en el Senado de Brasil durante más de 14
horas, defendiendose personalmente de las acusaciones de un presunto
delito de responsabilidad. En su discurso inicial, negó los delitos que se
le imputan y declaró: “Jamás atentaría contra lo que creo o practicaría
actos contrarios a los intereses de los que me eligieron”.
Discurso completo de la Presidenta de Brasil Dilma Rousseff
“Excelentísimo
señor presidente del Supremo Tribunal Federal Ricardo Lewandowski,
Excelentísimo señor presidente del Senado Federal Renan
Calheiros, Excelentísimas señoras senadoras y excelentísimos señores
senadores, Ciudadanas y ciudadanos de mi amado Brasil.
El día 10 de
enero de 2015 asumí mi segundo mandato a la Presidencia de la República
Federativa de Brasil. Fui elegida por más de 54 millones de votos.En mi toma
de posesión, asumí el compromiso de mantener, defender y cumplir la
Constitución, al igual que el de observar las leyes, promover el bien general
del pueblo brasileño, sostener la unión, la integridad y la independencia de
Brasil.
Al ejercer la
Presidencia de la República, respeté fielmente el compromiso que asumí ante
la nación y ante aquellos que me eligieron. Y eso me enorgullece. Siempre
creí en la democracia y en el Estado de derecho, y
siempre vi en la Constitución de 1988 una de las grandes conquistas de nuestro
pueblo.Jamás atentaría contra lo que creo o practicaría actos contrarios a
los intereses de los que me eligieron.
En esta jornada
para defenderme del impeachment, me acerqué más al pueblo,
tuve la oportunidad de oír su reconocimiento, de recibir su cariño. Oí
también críticas duras a mi gobierno, a errores que fueron cometidos y a
medidas y políticas que no fueron adoptadas. Acojo esas críticas con humildad.Incluso
porque, como todos, tengo defectos y cometo errores.Entre mis defectos no
están la deslealtad y la cobardía. No traiciono los compromisos que asumo,
los principios que defiendo o a los que luchan a mi lado. En la lucha contra la
dictadura, recibí en mi cuerpo las marcas de la tortura. Cargué amargamente
durante años el sufrimiento de la prisión. Vi a compañeros y compañeras
siendo violentados, y hasta asesinados.
En esa época,
yo era muy joven. Tenía muchos por esperar de la vida. Le tenía miedo a la
muerte, a las secuelas de la tortura en mi cuerpo y en mi alma. Pero no cedí.
Resistí. Resistí a la tormenta del terror empezaba a tragarme, en la
oscuridad de los tiempos amargos que vivía el país. No cambié de lado. Pese
a recibir el peso de la injusticia sobre mis hombros, seguí luchando por la
democracia. Dediqué todos esos años de mi vida a la lucha por una sociedad
sin odios o intolerancia. Luché por una sociedad libre de prejuicios y de
discriminaciones. Luché por una sociedad en la que no hubiera miseria ni
excluidos. Luché por un Brasil soberano, más igual y en el que hubiera
justicia.
Eso me llena de
orgullo. El que cree lucha.No sería ahora, a los casi setenta años de edad,
después de ser madre y abuela, que abdicaría de los principios que siempre me
han guiado. Ejerciendo la Presidencia de la República, he honrado el
compromiso con mi país, con la Democracia, con el Estado de derecho. He sido
intransigente en la defensa de la honestidad en la gestión de la cosa pública.
Por ello, frente a las acusaciones que contra mí se dirigen en este proceso,
no puedo dejar de sentir en la boca, nuevamente, el gusto áspero y amargo de
la injusticia y de lo arbitrario.
Y por eso, como
en el pasado, resisto.
No esperen de
mí el obsequioso silencio de los cobardes. En el pasado, con las armas, y hoy,
con la retórica jurídica, pretenden nuevamente atentar contra la democracia y
contra el Estado de derecho. Si algunos le dan la espalda a su pasado y
negocian por los beneficios del presente, que respondan ante su conciencia y
ante la historia por los actos que practican. A mí me cabe lamentar lo que
fueron y lo que se han vuelto.
Y resistir.
Resistir siempre. Resistir para despertar las consciencias aún dormidas para
que, juntos, hinquemos el pie en el terreno que está del lado correcto de la
historia, aunque el suelo tiemble y amenace de nuevo con tragarnos. No lucho
por mi mandato por vanidad o por apego al poder, como es propio de los que no
tienen ética, principios o utopías por conquistar. Lucho por la democracia,
por la verdad y por la justicia. Lucho por el pueblo de mi país, por su
bienestar. Muchos hoy me preguntan de dónde viene mi energía para proseguir.
Viene de lo que creo. Puedo mirar hacia atrás y ver todo lo que hicimos. Mirar
hacia delante y ver todo lo que todavía necesitamos y podemos hacer. Lo más
importante es que puedo mírame a mí misma y ver el rostro de alguien que,
pese a las huellas del tiempo, tiene fuerzas para defender sus ideas y sus derechos.
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